30 de mayo de 2012

El jubileo de Isabel II deja indiferente a sus súbditos más lejanos

 Las celebraciones del jubileo de diamante de la reina Isabel II alcanzarán su apogeo en los próximos días en Gran Bretaña, pero en los países lejanos en los que todavía es jefe de Estado, domina la apatía.


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Las celebraciones del jubileo de diamante de la reina Isabel II alcanzarán su apogeo en los próximos días en Gran Bretaña, pero en los países lejanos en los que todavía es jefe de Estado, domina la apatía.

Desde su accesión al trono en 1952, la reina preside el Commonwealth, agrupación de 54 naciones creada tras el desmantelamiento del imperio británico. Sigue siendo soberana de 16 Estados miembros, incluido Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

Pero las celebraciones organizadas en su honor en estas tierras del fin del mundo se pueden calificar, como mucho, de discretas, con la excepción de Canadá.

En Australia, antigua colonia británica que había reservado una acogida calurosa a la pareja real en otoño de 2011, se han previsto pocas celebraciones.

Canberra prometió una donación de 5 millones de dólares australianos (4 millones de euros) a la organización del jubileo, unos sellos y monedas conmemorativas estarán a la venta y la primera ministra, Julia Gillard, participará en una ceremonia.

Unos nuevos edificios construidos al borde del mar en Perth (oeste) serán bautizados también 'muelle Isabel'. Pero a diferencia del jubileo de plata de 1977, marcado por la visita de la reina a Australia, 2012 no provoca mucha emoción.

Para David Flint, el dirigente de la asociación de Australianos para una monarquía constitucional, la responsable de esta falta de entusiasmo se llama Julia Gillard, quien siempre dijo que Australia se convertirá algún día en República.

"Solo quieren deshacerse de la Corona, no tienen ninguna idea de lo que quiere la mayoría de la población", se indigna David Flint ante la AFP. "Las celebraciones se desarrollaran desgraciadamente en torno al televisor".

Y ni siquiera siempre es así. El difusor público Australian Broadcasting Corporation (ABC) ha emitido una serie de documentales sobre la realeza pero su canal televisivo gratuito no prevé retransmitir en directo los principales eventos del jubileo en Gran Bretaña.

Durante el desfile náutico en el Támesis en Londres, donde culminan las celebraciones, el canal emitirá "Shampoo", una película de los años 70 con Warren Beatty.

"Es un escándalo", suspira David Flint. "ABC prefiere emitir una película sobre un peluquero obsesionado con el sexo que no para de ligar en lugar del jubileo de una reina que siempre se comportó de forma impecable para este país".

David Morris, a la cabeza del Movimiento para una República Australiana, asegura que los australianos tienen "afecto" por la reina y que la felicitan por sus 60 años en el trono.

"Pero Australia ha crecido. Es un país moderno, multicultural. El jubileo no habla de Australia, habla de Gran Bretaña. Realmente aquí nos interesa poco", declara.

Lo mismo ocurre en Nueva Zelanda, donde Isabel viajó diez veces durante su reino, pero donde no ha vuelto en los últimos 10 años.

El gobierno animó a las asociaciones a organizar sus propias celebraciones, en vez de gastar el dinero público. Según el presidente del movimiento República Nueva Zelanda, Lewis Holden, el sentimiento general se resume a: "nos da igual".

"Hay algunas fiestas organizadas, por los bares británicos por ejemplo, pero a la mayoría de la gente le es indiferente", dice.

No está previsto ningún evento en India, convertida en República hace 60 años. Según los expertos, la actitud general hacia la familia real británica es de benévola indiferencia.

"La reina es el símbolo de un pasado que hoy ya no tiene sentido. Pero si quiere visitar un día India, recibirá la misma acogida respetuosa a la reservada a una abuela", estima el autor y periodista indio Akbar.

En Singapur, el British Club ha previsto bailes y desayunos, mientras que la embajada británica en Malasia organizará una recepción. Pero como en otros sitios, eso no quiere decir mucho para la población.

La única excepción es la de Canadá, cuyo gobierno conservador ha invertido 7,4 millones de dólares estadounidenses (6 millones de euros) en celebraciones por todo el país.

"Al apoyar este aniversario histórico y significativo, nuestro gobierno subraya su compromiso por reforzar su herencia a través de la celebración de instituciones que nos definen como Canadienses", declaró el ministro del Patrimonio James Moore.
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